martes, 8 de noviembre de 2016
DE ALGODOR A VILLAMEJOR
martes, 19 de junio de 2012
EN ARANJUEZ HUELE A SIDRA
Parece mentira que nos encontremos a unos 450 m.s.n.m (metros sobre el nivel del mar, entiéndase) y en pleno centro peninsular. Aquí, en los Jardines y Sotos Históricos de Aranjuez, no sirven los conceptos de latitud, altitud ni de continentalidad.
Y si no lo creéis haced la prueba: viajad a Asturias y capturad un asturiano, vendadle los ojos, metedlo en el maletero de vuestro coche y regresad a Aranjuez. Dejadlo en medio del Jardín de la Isla o del Jardín del Príncipe y sentirá que aún sigue cerca de donde lo raptasteis.
Los mismos sonidos que cuando salía a pasear junto al arroyo de su pueblo: el explosivo chochín, el confiado petirrojo, el huidizo pinzón vulgar y el timorato zorzal común. Todos ellos cantan, reclaman, riñen y se reproducen en este lugar. Ahora toca subir al estrato arbóreo, sí, a esos mastodontes de más de doscientos años: plátanos de sombra, tilos, robles, liquidámbar, pacanas, pinos, almeces, fresnos y ahuehuetes, en su mayoría. Todos estos enormes árboles ofrecen cantidad de huecos, producidos por pudriciones, para que aves como las palomas zuritas, grajillas, cárabos y estorninos los aprovechen en su reproducción. También por varias especies de murciélagos forestales.
El incesante tamborileo de los picos picapinos también hará creer a nuestro secuestrado que sigue cerca de su casa: nada más lejos de la realidad. Este pájaro carpintero hace que los árboles más decrépitos sean oasis de vida. Los taladra en busca de alimente y para elaborar refugios y nidos. En estos refugios y nidos, cuando ya no los utiliza, también criarán aves como los carboneros y herrerillos comunes, estorninos, gorriones molineros y comunes. También serán aprovechados por murciélagos forestales, como los nóctulos.
Estos grandes árboles ofrecen al paseante y al resto de plantas unas condiciones de sombra que recuerdan a los tupidos hayedos del norte peninsular, seguramente también conocidos por nuestro secuestrado. Unas pequeñas nociones de selvicultura, en concreto de espesura, desaconsejan por completo reponer con árboles nuevos los huecos que estos mastodontes van dejando según van muriendo y cayendo, con gran peligro, por cierto. La red de acequias con la que se riegan estos jardines, por inundación, también recordará a nuestro asturiano los innumerables manantiales que surgen de los montes de su Asturias natal.
Llegado el momento, y también por sentido común, le quitaremos la venda de los ojos. A falta de queso de cabrales intentaremos alegrarle con queso de romero, y él, con cara de asombro, saldrá corriendo, llamará a la policía y nos denunciará por secuestro. Qué menos!
(Con todo el cariño del mundo para los asturianos, que tienen la suerte de disfrutar de maravillosos bosques y excelentes quesos, amén de ser una gente encantadora).
domingo, 8 de enero de 2012
Los coscojares de los cerros arancetanos

Como especies florísticas más significativas podemos citar al siguiente trío: coscoja (Quercus coccifera), espino negro (Rhamnus lycioides) y romero (Rosmarinus officinalis). En las pequeñas vaguadas de los coscojares también podemos encontrar otra especie arbustiva que en ocasiones llega a dimensiones más arbóreas que arbustivas, se trata del espantalobos o sonajero (Colutea hispanica), llamada así por encerrar sus semillas en un receptáculo hueco que, al moverse, hace un ruido que podría recordar al del sonajero de un niño. También es de gran interés el espantalobos por ser planta nutricia de varias especies de mariposas, entre ellas la Iolana iolas, especia amenazada y dotada de protección tanto en Madrid como en Castilla-La Mancha.
El coscojar es el hábitat de varios pequeños passeriformes insectívoros (Sylvidae y Turdidae) como currucas, mosquiteros, reyezuelos, petirrojos, tarabillas y colirrojos. Granívoros (Emberizidae y Fringillidae) como los escribanos, trigueros, pardillos, jilguero, verdecillos y verderones. E insectívoros parcialmente frugívoros (Turdidae) como mirlos y zorzales.
Rodeando a los coscojares encontramos el hábitat más típico de Aranjuez –a pesar de la merecida fama de sus vegas hortícolas, cada vez más abandonadas-, el espartal (Stipa tenacissima), gramínea amacollada y de gran porte que cumple un importantísimo papel antierosivo en los cerros arancetanos. La retama (Retama sphaerocarpa) también es una planta típica de los coscojares que también forma retamares puros en algunos lugares.
sábado, 31 de octubre de 2009
El Mar de Ontígola (Última parte).

El primero que comenzó su largo viaje es el andarríos chico (Actitis hypoleucos) que ya desde Julio se observa en pequeños grupos que utilizan las arenas del humedal como punto de reposo de su intenso periplo, mezclándose aquí con otros pequeños limícolas como el chorlitejo chico (Charadrius dubius), que también nos dejarán a medida que el nivel del agua vaya cubriendo las orillas arenosas en las que frecuentan.
En Agosto también se marchan los vencejos (Apus apus), seguidos ya en Septiembre por grandes bandos de golondrinas (Hirundo rustica/daurica) y aviones zapadores (Riparia riparia).
Mientras los cielos sobre el humedal van quedando vacíos, en la vegetación palustre también varias especies de aves preparan sus "maletas" para comenzar su aventura migratoria. La garza imperial (Ardea purpurea) que nos ofreció su elegante vuelo y bello plumaje, y el carricero común (Acrocephalus scirpaceus) nos dejan hasta la primavera siguiente.
Se podría decir que Septiembre es el mes ideal para acudir, binoculares en mano, a observar dos especies muy curiosas que también usan el humedal como punto de reposo: el pequeño y amarillo-verdoso mosquitero musical (Phylloscopus trochillus) que no deja de buscar insistentemente su preciado manjar, los mosquitos, de ahí su nombre. La otra curiosa ave es el papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) que, en menor número, acecha a las suculentas moscas desde su posadero y nos “saludará” levantando un ala cada vez que se posa (simpatía que no falte).
El calendario sigue su curso y, ya metidos en Octubre, podremos ver los espectaculares lances cinegéticos que el esmerejón (Falco columbarius) protagoniza en busca de alguno de los numerosos paseriformes que usan la vegetación palustre como dormidero, mientras que un precioso gavilán (Accipiter nissus) también busca alguno de estos pajarillos que vienen para dormir.
Una vez que hemos plasmado en cuatro artículos las teselas faunísticas que forman el mejor de los mosaicos: el Mar de Ontígola, debemos también hacer mención de su cara más amarga, las amenazas que pueden hacerlo desparecer:
Abandono de escombros.
Pesca furtiva.
Caza furtiva.
Perros sueltos.
Gatos asilvestrados.
Trasiego de motos de enduro.
Aguas residuales de la “depuradora” de Ocaña.
Abandono de animales domésticos.
Visitantes que no saben comportarse en el medio natural.
Para disminuir el impacto de todas estas amenazas trabajan duramente los integrantes del Cuerpo de Agentes Forestales de la Comunidad de Madrid, auténticos conocedores de la problemática que amenaza al espacio natural. Tampoco podríamos dejar de agradecer el interés que muchas personas, de forma anónima, ponen en proteger este enclave de vida en un lugar cada vez más humanizado.
miércoles, 15 de julio de 2009
El Mar de Ontígola (3ª parte)

El cardo corredor (Eryngium campestre) también se prepara para desprenderse del suelo y, con ayuda del viento, rodar de un lado a otro repartiendo sus semillas. También el lagarto ocelado (Lacerta lepida) que se muevo por las escasas sombras, y los abejarucos (Merops apiaster) que buscan corrientes térmicas ascendentes que les hagan planear sobre los espartos (Stipa tenacissima) y lanzarso sobre algún insecto volador, parecen disfrutar durante la severa canícula. Mientras tanto, la vida sigue en este humedal, donde sus habitantes parecen esperar que las temperaturas se vuelvan más agradables y el preciado agua caiga del cielo.
martes, 14 de abril de 2009
El Mar de Ontígola (2ªparte).

domingo, 14 de diciembre de 2008
El Mar de Ontígola (1ª parte).
Se trata de un humedal encajado entre dos carreteras y una vía de ferrocarril que, a pesar de estar tan castigado por el ser humano, alberga una valiosísima diversidad tanto faunística como florística.
En su extenso carrizal encuentran refugio aves tan emblemáticas como el aguilucho lagunero y la majestuosa garza imperial, y, al atardecer, una espectalucar lluvia de pequeñas aves que van acudiendo en bandos a usarlo de dormidero, entre las que se encuentran trigueros, fringílidos, lavanderas y gorriones.
En los límites entre la vegetación palustre y el agua vamos a encontrar otros habitantes tales como el calamón, con su azulado plumaje, el rascón, que se delatará con su peculiar chillido, así como el tímido avetorillo.
La lámina de agua es utilizada por un variado número de especies acuáticas, lejos de los "cuatro patos y medio" que dice mucha gente, tales como los típicos azulones, las invernantes cercetas comunes, patos cuchara y ánades frisos, las siempre presentes fochas, en primavera los somormujos nos regalan su danza nupcial, ¡incluso visitantes tan sorprendentes como el águila pescadora y la espátula!
En algunas zonas el lento aporte de agua ha formado acumulaciones arenosas que, principalmente en verano, cuando quedan al descubierto, son utilizadas por los limícolas. Entre estas aves podemos citar a los pequeños chorlitejos, las blanquinegras cigüeñuelas, los inquietos andarríos grande y chico, incluso la agachadiza común.
Todo esto no es más que una pequeña parte de la gran riqueza que el visitante habitual podrá ir descubriendo a lo largo de las cuatro estaciones del año, ya que "nunca están todos los que son ni son todos los que están".