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martes, 8 de noviembre de 2016

DE ALGODOR A VILLAMEJOR


El pasado último domingo del mes de Octubre, nos disponemos a realizar una ruta ornitológica partiendo de la estación de ferrocarril de Algodor, con destino al carrizal de Villamejor. Para ello, seguimos la señalización del tramo del Camino Natural del Tajo


Es un día bastante despejado y soleado. El sol pica en nuestra piel, deslumbra nuestros ojos y presagia la llegada del frio. Al ser un día hábil para el ejercicio de la caza, decidimos salir tarde y comer en el campo, y así evitar el contacto con los cazadores. El calor otoñal del medio día resulta ser ideal para el vuelo de las aves rapaces y demás planeadoras, entre las que pudimos observar: Busardo ratonero (Buteo buteo), Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), Milano real (Milvus milvus), Aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus), Azor común (Accipiter gentilis), Grulla común (Grus grus), así como un inmenso bando de Avefría europea (Vanellus vanellus)

Por el camino encontramos algunas plantas en flor, como el pepinillo del diablo (Ecballium elaterium) o el exótico estramonio (Datura stramonium)


El Canal de las Aves, que riega toda la vega del Tajo entre Aranjuez y Toledo, nos acompaña durante todo el camino, aportando sombra y humedad en algunos puntos donde sobreviven algunos árboles como los álamos negros (Populus nigra)


Estamos caminando por una Vía Pecuaria (primero por la Vereda de la Mora para después internarnos en la Colada de Toledo a Aranjuez) y, como en todas las vías pecuarias, está prohibida la circulación en vehículos a motor excepto autorizados. 



Llegamos al Humedal del Carrizal de Villamejor, incluido en el Catálogo de Embalses y Humedales de la Comunidad de Madrid, y también en la ZEPA de los Carrizales y sotos de Aranjuez. La protección de este humedal tiene su historia, ya que llegó a ser declarado Reserva Natural, protección que fue anulada por sentencia judicial debida al litigio entre la Comunidad de Madrid y la propiedad de los terrenos. 


Una vez en el humedal, atravesado por el Canal de las Aves, pasamos por los puentes que nos ayudan a salvar el arroyo de Martín Román (también llamado arroyo Cedrón y arroyo Melgar). 



Una escasa corriente de agua pasa únicamente por uno de los puentes. El humedal alberga grandes extensiones de carrizal (Phragmites australis), así como diversos hábitats de interés, entre los que podemos observar: un hermoso tarayal (Tamarix canariensis), matorrales halonitrófilos (Atriplex halimus), y matorrales halófilos crasicaules (Arthrocnemum y Suaeda)



Dentro del hábitat denominado “matorrales halófilos crasicaules” encontramos la planta que provocó la extinta Reserva Natural: la sapina (Arthrocnemum macrostachyum), también llamada alacranera o sosa jabonera, de distribución realmente rara en la Comunidad de Madrid. 


Esta planta, por su rareza e interés, ha sido declarada como Sensible a la Alteración de su Hábitat, dentro del Catálogo Regional de especies amenazadas de la Comunidad de Madrid, y como Especie de Interés Especial, en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Castilla-La Mancha. 


Finalmente, tras descansar en una olmeda de repoblación que hay junto al humedal, el sol guarda sus armas arrojadizas y nos permite emprender el camino de vuelta.


martes, 19 de junio de 2012

EN ARANJUEZ HUELE A SIDRA



Parece mentira que nos encontremos a unos 450 m.s.n.m (metros sobre el nivel del mar, entiéndase) y en pleno centro peninsular. Aquí, en los Jardines y Sotos Históricos de Aranjuez, no sirven los conceptos de latitud, altitud ni de continentalidad.


Y si no lo creéis haced la prueba: viajad a Asturias y capturad un asturiano, vendadle los ojos, metedlo en el maletero de vuestro coche y regresad a Aranjuez. Dejadlo en medio del Jardín de la Isla o del Jardín del Príncipe y sentirá que aún sigue cerca de donde lo raptasteis.

Los mismos sonidos que cuando salía a pasear junto al arroyo de su pueblo: el explosivo chochín, el confiado petirrojo, el huidizo pinzón vulgar y el timorato zorzal común. Todos ellos cantan, reclaman, riñen y se reproducen en este lugar. Ahora toca subir al estrato arbóreo, sí, a esos mastodontes de más de doscientos años: plátanos de sombra, tilos, robles, liquidámbar, pacanas, pinos, almeces, fresnos y ahuehuetes, en su mayoría. Todos estos enormes árboles ofrecen cantidad de huecos, producidos por pudriciones, para que aves como las palomas zuritas, grajillas, cárabos y estorninos los aprovechen en su reproducción. También por varias especies de murciélagos forestales.

El incesante tamborileo de los picos picapinos también hará creer a nuestro secuestrado que sigue cerca de su casa: nada más lejos de la realidad. Este pájaro carpintero hace que los árboles más decrépitos sean oasis de vida. Los taladra en busca de alimente y para elaborar refugios y nidos. En estos refugios y nidos, cuando ya no los utiliza, también criarán aves como los carboneros y herrerillos comunes, estorninos, gorriones molineros y comunes. También serán aprovechados por murciélagos forestales, como los nóctulos.

Estos grandes árboles ofrecen al paseante y al resto de plantas unas condiciones de sombra que recuerdan a los tupidos hayedos del norte peninsular, seguramente también conocidos por nuestro secuestrado. Unas pequeñas nociones de selvicultura, en concreto de espesura, desaconsejan por completo reponer con árboles nuevos los huecos que estos mastodontes van dejando según van muriendo y cayendo, con gran peligro, por cierto. La red de acequias con la que se riegan estos jardines, por inundación, también recordará a nuestro asturiano los innumerables manantiales que surgen de los montes de su Asturias natal.

Llegado el momento, y también por sentido común, le quitaremos la venda de los ojos. A falta de queso de cabrales intentaremos alegrarle con queso de romero, y él, con cara de asombro, saldrá corriendo, llamará a la policía y nos denunciará por secuestro. Qué menos!

(Con todo el cariño del mundo para los asturianos, que tienen la suerte de disfrutar de maravillosos bosques y excelentes quesos, amén de ser una gente encantadora).

domingo, 8 de enero de 2012

Los coscojares de los cerros arancetanos




Los coscojares presentes en Aranjuez, muy típicos también en los sustratos margo-yesíferos del cercano Parque Regional de los cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama –también conocido por los madrileños como Parque del Sureste-, constituyen un hábitat único en toda la cuenca media del Tajo. Dentro de Aranjuez, estos coscojares, constituyen la formación forestal más madura y con mayor riqueza faunística –aparte de los sotos del Jarama y del Tajo-.

Como especies florísticas más significativas podemos citar al siguiente trío: coscoja (Quercus coccifera), espino negro (Rhamnus lycioides) y romero (Rosmarinus officinalis). En las pequeñas vaguadas de los coscojares también podemos encontrar otra especie arbustiva que en ocasiones llega a dimensiones más arbóreas que arbustivas, se trata del espantalobos o sonajero (Colutea hispanica), llamada así por encerrar sus semillas en un receptáculo hueco que, al moverse, hace un ruido que podría recordar al del sonajero de un niño. También es de gran interés el espantalobos por ser planta nutricia de varias especies de mariposas, entre ellas la Iolana iolas, especia amenazada y dotada de protección tanto en Madrid como en Castilla-La Mancha.

El coscojar es el hábitat de varios pequeños passeriformes insectívoros (Sylvidae y Turdidae) como currucas, mosquiteros, reyezuelos, petirrojos, tarabillas y colirrojos. Granívoros (Emberizidae y Fringillidae) como los escribanos, trigueros, pardillos, jilguero, verdecillos y verderones. E insectívoros parcialmente frugívoros (Turdidae) como mirlos y zorzales.

Rodeando a los coscojares encontramos el hábitat más típico de Aranjuez –a pesar de la merecida fama de sus vegas hortícolas, cada vez más abandonadas-, el espartal (Stipa tenacissima), gramínea amacollada y de gran porte que cumple un importantísimo papel antierosivo en los cerros arancetanos. La retama (Retama sphaerocarpa) también es una planta típica de los coscojares que también forma retamares puros en algunos lugares.


Para multitud de pequeñas plantas los coscojares constiyen un verdadero oasis. Tanto, que se podría decir que cualquier coscojar aislado es un tremendo reservorio genético para curiosas plantas que no llegan a ser arbustivas, siendo más correcto llamarlas matojos o matillas. Las familias Cistaceae y Labiateae son las más importantes.


Los coscojares también constituyen el principal refugio para el que posiblemente sea el animal más importante para los depredadores, incluido el ser humano en su faceta de cazador, se trata del conejo (Oryctolagus cuniculus). Este lagomorfo es el principal atractivo cinegético para los cazadores ribereños. La conservación del conejo va totalmente ligada a la conservación de sus depredadores naturales así como a una gestión cinegética más sostenible que abusiva.


Para terminar, hacer mención de los coscojares mejor conservados que podemos ver en Aranjuez: el Regajal, que constituye una Reserva Natural conjunta con el Mar de Ontígola, la Flamenca, que es una extensa finca privada, las laderas del Mar de Ontígola y la zona de "los fortines" o Valdelascasas.

sábado, 31 de octubre de 2009

El Mar de Ontígola (Última parte).


A la vez que se va produciendo poco a poco el amarilleamiento de la vegetación palustre, se va produciendo un importante fenómeno de la naturaleza: la migración de las aves.

El primero que comenzó su largo viaje es el andarríos chico (Actitis hypoleucos) que ya desde Julio se observa en pequeños grupos que utilizan las arenas del humedal como punto de reposo de su intenso periplo, mezclándose aquí con otros pequeños limícolas como el chorlitejo chico (Charadrius dubius), que también nos dejarán a medida que el nivel del agua vaya cubriendo las orillas arenosas en las que frecuentan.

En Agosto también se marchan los vencejos (Apus apus), seguidos ya en Septiembre por grandes bandos de golondrinas (Hirundo rustica/daurica) y aviones zapadores (Riparia riparia).

Mientras los cielos sobre el humedal van quedando vacíos, en la vegetación palustre también varias especies de aves preparan sus "maletas" para comenzar su aventura migratoria. La garza imperial (Ardea purpurea) que nos ofreció su elegante vuelo y bello plumaje, y el carricero común (Acrocephalus scirpaceus) nos dejan hasta la primavera siguiente.

Se podría decir que Septiembre es el mes ideal para acudir, binoculares en mano, a observar dos especies muy curiosas que también usan el humedal como punto de reposo: el pequeño y amarillo-verdoso mosquitero musical (Phylloscopus trochillus) que no deja de buscar insistentemente su preciado manjar, los mosquitos, de ahí su nombre. La otra curiosa ave es el papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) que, en menor número, acecha a las suculentas moscas desde su posadero y nos “saludará” levantando un ala cada vez que se posa (simpatía que no falte).

El calendario sigue su curso y, ya metidos en Octubre, podremos ver los espectaculares lances cinegéticos que el esmerejón (Falco columbarius) protagoniza en busca de alguno de los numerosos paseriformes que usan la vegetación palustre como dormidero, mientras que un precioso gavilán (Accipiter nissus) también busca alguno de estos pajarillos que vienen para dormir.

Una vez que hemos plasmado en cuatro artículos las teselas faunísticas que forman el mejor de los mosaicos: el Mar de Ontígola, debemos también hacer mención de su cara más amarga, las amenazas que pueden hacerlo desparecer:

Abandono de escombros.
Pesca furtiva.
Caza furtiva.
Perros sueltos.
Gatos asilvestrados.
Trasiego de motos de enduro.
Aguas residuales de la “depuradora” de Ocaña.
Abandono de animales domésticos.
Visitantes que no saben comportarse en el medio natural.

Para disminuir el impacto de todas estas amenazas trabajan duramente los integrantes del Cuerpo de Agentes Forestales de la Comunidad de Madrid, auténticos conocedores de la problemática que amenaza al espacio natural. Tampoco podríamos dejar de agradecer el interés que muchas personas, de forma anónima, ponen en proteger este enclave de vida en un lugar cada vez más humanizado.

miércoles, 15 de julio de 2009

El Mar de Ontígola (3ª parte)

En pleno verano, superando muchos días los 40ºC, temperaturas con las que la actividad de todo ser viviente se ralentiza al máximo, no todos los habitantes del Mar de Ontígola estan en mínima actividad: los somormujos lavancos (Podiceps cristatus), con los dos pollos de esta temporada, aún en las peores horas del día, siguen haciendo su actividad normal. Los vencejos comunes (Apus apus) tampoco parecen sufrir el azote del termómetro. Puedo observar los juveniles de aguilucho lagunero (Circus aeruginosus)que, como chiquillos en día de Reyes, disfrutan poniendo a prueba su nuevo plumaje.

El cardo corredor (Eryngium campestre) también se prepara para desprenderse del suelo y, con ayuda del viento, rodar de un lado a otro repartiendo sus semillas. También el lagarto ocelado (Lacerta lepida) que se muevo por las escasas sombras, y los abejarucos (Merops apiaster) que buscan corrientes térmicas ascendentes que les hagan planear sobre los espartos (Stipa tenacissima) y lanzarso sobre algún insecto volador, parecen disfrutar durante la severa canícula. Mientras tanto, la vida sigue en este humedal, donde sus habitantes parecen esperar que las temperaturas se vuelvan más agradables y el preciado agua caiga del cielo.

martes, 14 de abril de 2009

El Mar de Ontígola (2ªparte).

Este espacio natural, de enorme valor para las aves acuáticas, lo es también para pequeñas aves que lo usan de dormidero y para los más eficientes cazadores que acuden en busca de su sustento. Entre estas aves de presa que lo visitan, además de los emblemáticos aguiluchos laguneros, debemos mencionar a dos pequeños halcones: el esmerejón (Falco columbarius) y el alcotán (Falco subbuteo).
El primero nos visita en invierno, suele protagonizar excelentes escenas de caza sólo detectadas prestando mucha atención y con la ayuda de buenos binoculares con los que seguir su relampagueante vuelo. Visita el carrizal en los atardeceres de invierno, cuando acuden cientos de pequeños paseriformes a su dormidero.
El segundo nos visita en primavera, procedente de sus cuarteles de invernada en Africa. Este pequeño halcón de vuelo tranquilo selecciona a sus presas para después lanzarse a gran velocidad y capturarlas.
Tampoco podríamos cerrar este artículo sin mencionar a otro gran cazador: el gavilán (Accipiter nissus) que espera ansioso la llegada de centenares de pequeños paseriformes que vienen al dormidero que es el Mar de Ontígola. Espera escondido para no ser delatado por las acosadoras urracas (Pica pica), córvidos que, desde que el gavilán es gavilán y desde que la urraca es urraca, le tiene declarada la guerra a este certero cazador. Mientras van llegando los pajarillos al enorme carrizal va intentando capaturar alguno de ellos y, si no lo consigue, toma descanso entre lance y lance en la espesura de los tarays (Tamarix canariensis) o el tupido cañaveral (Arundo donax).

domingo, 14 de diciembre de 2008

El Mar de Ontígola (1ª parte).

Se trata de un humedal encajado entre dos carreteras y una vía de ferrocarril que, a pesar de estar tan castigado por el ser humano, alberga una valiosísima diversidad tanto faunística como florística.

En su extenso carrizal encuentran refugio aves tan emblemáticas como el aguilucho lagunero y la majestuosa garza imperial, y, al atardecer, una espectalucar lluvia de pequeñas aves que van acudiendo en bandos a usarlo de dormidero, entre las que se encuentran trigueros, fringílidos, lavanderas y gorriones.

En los límites entre la vegetación palustre y el agua vamos a encontrar otros habitantes tales como el calamón, con su azulado plumaje, el rascón, que se delatará con su peculiar chillido, así como el tímido avetorillo.

La lámina de agua es utilizada por un variado número de especies acuáticas, lejos de los "cuatro patos y medio" que dice mucha gente, tales como los típicos azulones, las invernantes cercetas comunes, patos cuchara y ánades frisos, las siempre presentes fochas, en primavera los somormujos nos regalan su danza nupcial, ¡incluso visitantes tan sorprendentes como el águila pescadora y la espátula!

En algunas zonas el lento aporte de agua ha formado acumulaciones arenosas que, principalmente en verano, cuando quedan al descubierto, son utilizadas por los limícolas. Entre estas aves podemos citar a los pequeños chorlitejos, las blanquinegras cigüeñuelas, los inquietos andarríos grande y chico, incluso la agachadiza común.

Todo esto no es más que una pequeña parte de la gran riqueza que el visitante habitual podrá ir descubriendo a lo largo de las cuatro estaciones del año, ya que "nunca están todos los que son ni son todos los que están".