Este espacio natural, de enorme valor para las aves acuáticas, lo es también para pequeñas aves que lo usan de dormidero y para los más eficientes cazadores que acuden en busca de su sustento. Entre estas aves de presa que lo visitan, además de los emblemáticos aguiluchos laguneros, debemos mencionar a dos pequeños halcones: el esmerejón (Falco columbarius) y el alcotán (Falco subbuteo).
El primero nos visita en invierno, suele protagonizar excelentes escenas de caza sólo detectadas prestando mucha atención y con la ayuda de buenos binoculares con los que seguir su relampagueante vuelo. Visita el carrizal en los atardeceres de invierno, cuando acuden cientos de pequeños paseriformes a su dormidero.
El segundo nos visita en primavera, procedente de sus cuarteles de invernada en Africa. Este pequeño halcón de vuelo tranquilo selecciona a sus presas para después lanzarse a gran velocidad y capturarlas.
Tampoco podríamos cerrar este artículo sin mencionar a otro gran cazador: el gavilán (Accipiter nissus) que espera ansioso la llegada de centenares de pequeños paseriformes que vienen al dormidero que es el Mar de Ontígola. Espera escondido para no ser delatado por las acosadoras urracas (Pica pica), córvidos que, desde que el gavilán es gavilán y desde que la urraca es urraca, le tiene declarada la guerra a este certero cazador. Mientras van llegando los pajarillos al enorme carrizal va intentando capaturar alguno de ellos y, si no lo consigue, toma descanso entre lance y lance en la espesura de los tarays (Tamarix canariensis) o el tupido cañaveral (Arundo donax).
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