El cardo corredor (Eryngium campestre) también se prepara para desprenderse del suelo y, con ayuda del viento, rodar de un lado a otro repartiendo sus semillas. También el lagarto ocelado (Lacerta lepida) que se muevo por las escasas sombras, y los abejarucos (Merops apiaster) que buscan corrientes térmicas ascendentes que les hagan planear sobre los espartos (Stipa tenacissima) y lanzarso sobre algún insecto volador, parecen disfrutar durante la severa canícula. Mientras tanto, la vida sigue en este humedal, donde sus habitantes parecen esperar que las temperaturas se vuelvan más agradables y el preciado agua caiga del cielo.
miércoles, 15 de julio de 2009
El Mar de Ontígola (3ª parte)
En pleno verano, superando muchos días los 40ºC, temperaturas con las que la actividad de todo ser viviente se ralentiza al máximo, no todos los habitantes del Mar de Ontígola estan en mínima actividad: los somormujos lavancos (Podiceps cristatus), con los dos pollos de esta temporada, aún en las peores horas del día, siguen haciendo su actividad normal. Los vencejos comunes (Apus apus) tampoco parecen sufrir el azote del termómetro. Puedo observar los juveniles de aguilucho lagunero (Circus aeruginosus)que, como chiquillos en día de Reyes, disfrutan poniendo a prueba su nuevo plumaje.
Etiquetas:
aguilucho lagunero,
cardo corredor,
ecosistemas,
humedales,
Mar de Ontígola
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
¡Qué poético!
Parece mentira que todos esos seres sean capaces de seguir activos con el calor que hace...
¡Bien por ellos!
Publicar un comentario