
Pues bien, el fomento del desarrollo de la vida silvestre en los jardines particulares es algo que siempre me ha interesado y, como propietario de un pequeño jardín, he estado aplicando en la medida de lo posible dentro de los escasos 150 m2 de nuestro jardín en una urbanización de Ontígola. En poco más de una década el jardín fue progresivamente cambiando desde una superficie plana de "cesped" rodeada por un seto monoespecífico de arizónica y con un único gran árbol (olivo) a un espacio tridimensional con una multitud de arbustos autóctonos y pequeños árboles que generan una creciente diversidad de ambientes para el desarrollo de múltiples especies. Eso por no hablar de su característica más conspicua, la abundancia de herbáceas dejadas crecer libremente, sin regar, ni abonar, ni fumigar, ni segar...

En fin, como resultado combinado de nuestro trabajo y nuestro relativo abandono, durante todo ese tiempo hemos podido disfrutar de un gran número de especies de avifauna dentro de ese reducidísimo espacio, alimentándose de todos los recursos que tenían a su disposición en forma de abundantes insectos, caracoles, frutos y semillas. Sólo contando aquellas especies que hacían uso real del espacio del jardín (es decir, que las encontrábamos posadas en algún punto del mismo) el número de especies usuarias es de 24... Puede parecer que no son muchas para haber estado diez años obserbando, pero se teniendo en cuenta el tamaño del terreno del que hablamos creo que es un número más que interesante.

Otros habitantes asiduos no llegaron a críar en el jardín (o no los descubrimos haciéndolo) pero no dejaban de visitarlo habitualmente a la busca de alimento. Entre ellos encontramos al sempiterno petirrojo (Erithacus rubecula), a los comunes gorriones (Passer domesticus) y estorninos (Sturnus unicolor), los mosquiteros (Phylloscopus collybita), o los pardillos (Carduelis cannabina) tan típicos de los campos ontigoleños.

Entre las especies que no eran raras de ver pero podían pasar temporadas amplias sin visitarnos tenemos a la curruca capirotada (Sylvia atricapilla), el jilguero (Carduelis carduelis), el carbonero (Parus major) y el herrerillo (Parus caeruleus). Y los menos habituales de nuestros visitantes fueron el chochín (Troglodytes troglodytes), el reyezuelo listado (Regulus ignicapilla) o el zorzal charlo (Turdus viscivorus).
También tuvimos visitantes estacionales, que sólo paraban a reponer fuerzas en medio de sus viajes a tierras más cálidas, como fueron el colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus), el papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), la golondrina dáurica (Hirundo daurica) o el avión común (Delichon urbica).
Eso sin contar con aquellas aves realmente grandes que de vez en cuando sobrevolaban el espacio aereo jurisdiccional de nuestro jardín en sus viajes entre areas de cría e invernada, como las grullas, o en sus campeos en busca de presas, como diversas rapaces habituales en los campos de alrdedor de ontígola... Pero bueno, esas no se pueden decir que nuestro jardín les resultase especialmente importante, como una hormiga no es importante para el perro que pasa por encima de ella de camino a su plato de comida...
En fin, ahora nos hemos mudado a una casa en Aranjuez, con un jardín nuevo (en todos los aspectos... ni un mísero arbolillo tiene), y tendremos que volver a empezar de cero, incluyendo plantaciones de todo tipo de arbustos que den volumen al poco diverso espacio que tenemos entre manos. Afortunadamente, nos encontramos en el mismo límite de la ciudad y ya son varias las especies de los campos aledaños que hemos visto que utilizan las vallas del jardín como oteadero para la caza de sus pequeñas presas invertebradas. Espero que dentro de diez años pueda escribir una entrada en la que el número de especies mencionadas sea incluso mayor...

2 comentarios:
Hola Manuel, muy buena la entrada. La verdad que a mí también me rondaba la cabeza algo parecido desde hace algún tiempo. Llevo siete años trabajando de jardinero en un parque de Alcorcón y creo que podríamos pensar en poner en marcha algo parecido por ejemplo con los jardines de Patrimonio o algo así. Un saludo.
Alberto.
me encantan las aves, los mamiferos y todos los animales. la naturaleza es unica. hay que cuidarla. voy a viajar a Galapagos dentro de poco, seguro será emocionante
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