sábado, 18 de septiembre de 2010

Un encuentro inesperado

Para los muy camperos, lo que os voy a relatar es seguramente algo nada extraordinario, pero para uno que sale poco con prismáticos al cuello y telescopio a cuestas como es mi caso, fue realmente un momento muy especial. El caso es que subí el sábado pasado con unos amigos del trabajo al Mar de Ontígola. Mis compañeros querían venir hace tiempo a Aranjuez para ver "pajaros". A pesar del poco trasiego de aves en esta época del año en este lugar, estuvimos un buen rato entretenidos viendo chorlitejos, garcetas, archibebes, el lagunero, y hasta nos pareció ver pasar corriendo un rascón. De pronto mis compañeros me llamaron la atención sobre algo que sobrevolaba la laguna. Pensé: "otro lagunero", pero cual fue mi sorpresa al distinguir claramente los rasgos del águila pescadora. A pesar de verlo nítidamente, no me lo podía creer.












Mis compañeros de SEO Aranjuez me habían dicho que este águila se podía ver de manera ocasional por nuestros lares cuando está de paso en migración. El águila pronto hizo un intento infructuoso de pesca, pero fue al segundo intento cuando se revolvió en el aire cayendo en picado y, corrigiendo la trayectoria en su caída, se zambulló, sacando del agua la presa que le habría de servir de desayuno. Se elevó pasando por nuestras espaldas, rodeando la torre de observación y posándose finalmente sobre una torreta eléctrica. Después de un ratito, en el que parecía esperar a secarse un poco del chapuzón, empezó a zamparse el pez ante la mirada envidiosa de dos urracas que la vigilaban de cerca, esperando que se le escapase algún trocito. Pensé: "qué suerte tiene, aquí no hay águilas calvas que le roben el desayuno, como en Canadá". Y es que fue en Canadá donde por primera y hasta ahora única vez yo había visto cazar al águila pescadora, hace ya casi diez años.

No hace falta irse tan lejos; aquí tenemos un patrimonio natural impresionante, que tenemos que valorar y cuidar. No hay que decir que mis compañeros de trabajo disfrutaron muchísimo el rato que pasamos en el Mar de Ontígola; sin duda la visión del águila ayudó a a hacer más especial el día, pero fue una casualidad; hubiésemos disfrutado igualmente sólo por el placer de estar juntos en un sitio con encanto.

Dedicado a Antonio, Jorge y Ángela

Miguel Angel

P.S. Las fotos están hechas con digiscoping del cutre (teléfono móvil sobre telescopio)

2 comentarios:

Manuel Hdez Fdez dijo...

Pues a mí me parece un avistamiento fantástico...

A ver si la pillamos este fin de semana.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Que el águila se encuentre en ese lugar tan constreñido y amenazado da buena cuenta de su importancia.

Gracias por la foto.

Un saludo.